-Sol...timbre. Te fijás quién es?
-La tía, má. Voy a abrirle...
Solcito bajó corriendo. La dulzura de Elena, sumada a su complicidad, eran la puerta siempre abierta al corazón de Sol. Y si bien Lucía, contaba con un séquito de amigas, del club, de cerámica, mamás del colegio y colegas del estudio, ninguna se comparaba a la ternura que su tía del alma despertaba en ella.
-Tía...holis...sabés que me saqué un diez en Lengua..?
-Debe ser porque no la usás nunca...ja ja.
-Tiene a quien salir, no? Cómo estás, hermanita..?
-Uy...cansada. Los diablitos de tus sobrinos hoy me hicieron renegar más de la cuenta...Vos?
-Pasá que en un ratito te cuento...Sol...no tenías deberes, vos?
-Ufa, mami! Los hago después...
-No, señorita! Te llevás los útiles a tu cuarto y los hacés ahora. Podés prender la tele, bajita...
-Está bien...Pero que la tía después me mire la carpeta...
-Bueno, Solchi. Después me la mostrás, sí?
Las hermanas se sentaron en el living, no sin antes... Continuar leyendo